LOS PECADOS DE LA CAPACITACIÓN
´´
No hay signo más claro de locura
que
repetir lo mismo una y otra vez
esperando
resultados distintos ´´.
Albert
Einstein
En estos dias he tenido la oportunidad
de visitar a algunos amigos en sus respectivas empresas, los cuales se
encuentran agobiados en la elaboración de sus presupuestos para el próximo año.
Lo anterior es una tarea titánica que se repite cada año y también la de
revisar el programa y plan de capacitación correspondiente. He aquí donde
cometemos algunos pecados capitales, que intentaré exponer brevemente y esbozar
los efectos en el desempeño de esta actividad.
Cuando se trata de diseñar las estrategias para el
desarrollo del capital humano se discute acaloradamente, en algunos casos, lo
que se destinará para ese rubro y en otros simplemente se reduce el
presupuesto. Estos pueden ser uno de los pecados capitales en la planeación de
la capacitación:
La gula, avaricia, soberbia ,lujuria, pereza,
ira y envidia.
La gula se manifiesta en un voraz apetito por asistir a
cualquier evento de capacitación aunque no agregue valor a lo que se realiza en
el trabajo, sólo para aprovecharlo como crédito al currículo o unas vacaciones
pagadas por la empresa. No olvidemos que la gula nos puede generar una gran
indigestión y provocar un mal endémico:
cancelación de todo tipo de capacitación.
El caso contrario de la gula es la avaricia y ésta se refleja
en que todo es aprovechado, es decir obtenemos lo que me ofrece la
organización y el beneficio es totalmente para mi. También nos conduce a un
malestar porque va en perjuicio de la empresa, del departamento y de todo el
personal. Permanezco en capacitación
todo el tiempo y nunca aplico nada de lo ´´aprendido´´ para beneficio de nadie.
Otro
de los pecados significativos es la pereza; en ella se recrean todos
aquellos empleados faltos de análisis y
sumidos en una profunda inercia. Suelen decir: ´´Para que asisto a
capacitación, siempre es lo mismo. Yo tengo 20 años haciendo lo mismo y nada ha
cambiado. También es posible que se revele en una eterna indecisión en la
realización de algún cambio, debido a la inercia que persiste.
El
caso contrario al pecado anterior es la envidia, ésta se caracteriza por
siempre competir por obtener todos los beneficios de la capacitación y no
permitir que otros accedan a ella por ningún motivo. Es decir los otros no
pueden ser mejores que yo. Creo oportuno
recordar lo sucedido entre los cangrejos japoneses y los mexicanos. Los
primeros colaboran para salir adelante, en cambio nuestros cangrejos hacen todo
lo posible porque ninguno salga adelante. Otra manifestación de este pecado la
podemos apreciar en la decisión de los jefes, pues ellos son los que asisten a
los eventos, pero nunca aplican nada. También puede visualizarse cuando el
empleado asiste y aplica lo aprendido y el jefe refiere que eso no es adecuado
para la empresa en ese momento, es decir porque a él no se le ocurrió.
Lo
anterior desata otro pecado capital, la ira, que es el ingrediente distintivo
dentro del conflicto entre los trabajadores que piensan y actúan y el jefe que
se resiste a tal hecho. Casi nadie
escapa a estos enfrentamientos actualmente, pues los jefes no permiten
que sus colaboradores se rebelen a su conocimiento anticuado y sobre todo a su MAGNA AUTORIDAD.
De inmediato, podemos identificar algunos ejemplos de este pecadillo; uno de los
más evidentes se refiere al disgusto entre los jefes y sus colaboradores,
cuando estos últimos proponen mejoras y no se les ocurrió a los primeros. Luego
vemos como en un arranque de coraje se suprime el presupuesto en este rubro
porque no sirvió para nada la capacitación ofrecida, claro sin darse cuenta que
fueron ellos mismos lo que planearon mal su estrategia.
Luego
aparece la lujuria, cabe mencionar que no sólo califica en lo carnal, sino
también en las acciones y valores que viven las personas en el seno de la
organización. Para algunos el asistir a
los eventos de capacitación es placer en su máxima expresión, pues representa
escapar de las garras del trabajo y del jefe. Este mantenerse fuera de la
actividad laboral es un éxtasis completo, independientemente de que lo expuesto
en estos eventos sea interesante o no.
Por
último, la soberbia se expone detalladamente en una actitud despótica, falta de
realidad y con ceguera de taller. Aquí nos referiremos a aquellos desplantes de
los ´´ sabihondos ´´ que afirman no tener tiempo para participar en esos
eventos o los que dicen que ya lo saben todo. Lo anterior lo sustentan en que
siempre han tenido éxito en la realización de sus tareas y por ello no
requieren de aprender continuamente. No escuchan la voz de sus colaboradores y
colegas, pues es una pérdida de tiempo.
En pocas palabras, el exceso de confianza los conduce a la perdición.
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