martes, 13 de noviembre de 2012


LOS PECADOS DE LA CAPACITACIÓN


´´ No hay signo más claro de locura
que repetir lo mismo una y otra vez
esperando resultados distintos ´´.
Albert Einstein


            En estos dias he tenido la oportunidad de visitar a algunos amigos en sus respectivas empresas, los cuales se encuentran agobiados en la elaboración de sus presupuestos para el próximo año. Lo anterior es una tarea titánica que se repite cada año y también la de revisar el programa y plan de capacitación correspondiente. He aquí donde cometemos algunos pecados capitales, que intentaré exponer brevemente y esbozar los efectos en el desempeño de esta actividad.

            Cuando se trata de diseñar las estrategias para el desarrollo del capital humano se discute acaloradamente, en algunos casos, lo que se destinará para ese rubro y en otros simplemente se reduce el presupuesto. Estos pueden ser uno de los pecados capitales en la planeación de la capacitación:
 La gula, avaricia, soberbia ,lujuria, pereza, ira y envidia.

            La gula se manifiesta en un voraz apetito por asistir a cualquier evento de capacitación aunque no agregue valor a lo que se realiza en el trabajo, sólo para aprovecharlo como crédito al currículo o unas vacaciones pagadas por la empresa. No olvidemos que la gula nos puede generar una gran indigestión y provocar un mal  endémico: cancelación de todo tipo de capacitación.

 El caso contrario de la gula es  la avaricia y ésta  se refleja  en que todo es aprovechado, es decir obtenemos lo que me ofrece la organización y el beneficio es totalmente para mi. También nos conduce a un malestar porque va en perjuicio de la empresa, del departamento y de todo el personal.  Permanezco en capacitación todo el tiempo y nunca aplico nada de lo ´´aprendido´´  para beneficio de nadie.

Otro de los pecados significativos es la pereza; en ella se recrean todos aquellos  empleados faltos de análisis y sumidos en una profunda inercia. Suelen decir: ´´Para que asisto a capacitación, siempre es lo mismo. Yo tengo 20 años haciendo lo mismo y nada ha cambiado. También es posible que se revele en una eterna indecisión en la realización de algún cambio, debido a la inercia que persiste.
El caso contrario al pecado anterior es la envidia, ésta se caracteriza por siempre competir por obtener todos los beneficios de la capacitación y no permitir que otros accedan a ella por ningún motivo. Es decir los otros no pueden ser mejores que yo.  Creo oportuno recordar lo sucedido entre los cangrejos japoneses y los mexicanos. Los primeros colaboran para salir adelante, en cambio nuestros cangrejos hacen todo lo posible porque ninguno salga adelante. Otra manifestación de este pecado la podemos apreciar en la decisión de los jefes, pues ellos son los que asisten a los eventos, pero nunca aplican nada. También puede visualizarse cuando el empleado asiste y aplica lo aprendido y el jefe refiere que eso no es adecuado para la empresa en ese momento, es decir porque a él no se le ocurrió.

Lo anterior desata otro pecado capital, la ira, que es el ingrediente distintivo dentro del conflicto entre los trabajadores que piensan y actúan y el jefe que se resiste a tal hecho. Casi nadie  escapa a estos enfrentamientos actualmente, pues los jefes no permiten que sus colaboradores se rebelen a su conocimiento  anticuado y sobre todo a su MAGNA AUTORIDAD. De inmediato, podemos identificar algunos ejemplos de este pecadillo; uno de los más evidentes se refiere al disgusto entre los jefes y sus colaboradores, cuando estos últimos proponen mejoras y no se les ocurrió a los primeros. Luego vemos como en un arranque de coraje se suprime el presupuesto en este rubro porque no sirvió para nada la capacitación ofrecida, claro sin darse cuenta que fueron ellos mismos lo que planearon mal su estrategia.

Luego aparece la lujuria, cabe mencionar que no sólo califica en lo carnal, sino también en las acciones y valores que viven las personas en el seno de la organización.  Para algunos el asistir a los eventos de capacitación es placer en su máxima expresión, pues representa escapar de las garras del trabajo y del jefe. Este mantenerse fuera de la actividad laboral es un éxtasis completo, independientemente de que lo expuesto en estos eventos sea interesante o no.

Por último, la soberbia se expone detalladamente en una actitud despótica, falta de realidad y con ceguera de taller. Aquí nos referiremos a aquellos desplantes de los ´´ sabihondos ´´ que afirman no tener tiempo para participar en esos eventos o los que dicen que ya lo saben todo. Lo anterior lo sustentan en que siempre han tenido éxito en la realización de sus tareas y por ello no requieren de aprender continuamente. No escuchan la voz de sus colaboradores y colegas, pues es una pérdida de  tiempo. En pocas palabras, el exceso de confianza los conduce a la perdición.

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